miércoles, 25 de abril de 2012

Empatía

Hablar de la empatía es fácil, llevarla a la práctica correctamente es un trabajo difícil. Algunos pensarán: acabas de "escuajarte" con la frase. Pues mira, sí. Empezamos por hablar de cómo empatizar. Tener un alto grado de empatía pero no saber cómo gestionarlo es una bomba de relojería, pero hay algo peor, la carencia de empatía. Seguramente soy la menos indicada para hablar de este tema puesto que yo soy de las que no saben gestionarla. A veces me surge un gran grado de empatía con acciones de lo más banales que no me llevan a ningún punto sobre todo, si coincido con otra persona igual. Otras veces mi empatía entra en guerra con mi neurosis y eso es un desastre. Otras muchas la empatía se me olvida en casa peleándo por casos imposibles olvidándome de que todo comienza con las personas que tienes al lado (creo que muchas amigas que han soportado en mí cierto carácter estarán muy de acuerdo). Pero carecer de empatía creo que es lo peor que pueda pasarle a la humanidad: desde lo personal hasta lo mundial. Si en este momento los poderosos de la economía mundial tuviesen un alto grado de empatía, el capitalismo no sería tan feroz. ¿Creéis que el señor Urdan se hubiese forrado a costa de fundaciones para niños discapacitados si tuviese el don de ponerse en el lugar de ellos? Pero esto es meterse al nivel global y no es lo que pretendo. Muchas relaciones entre individuos fallan por esa carencia y no es posible señalar culpables. Hemos crecido con el "a quién le importa lo que yo haga" y, ojo, no está mal siempre en su justa medida. Cuando la vida se centra en un yo, un mí, en un me y en un "al que no le guste que arree" empieza a desestabilizarse todo. no podemos olvidar que somos seres sociales y no por gusto, si no por supervivencia. Nos guste o no debemos tener en cuenta al grupo y sus necesidades que, al fin y al cabo, son también las nuestras. Actualmente y puede que tan sólo sea una opinión personal, hay una crecida del individualismo. Uno tiene que vivir su propia vida pero no puede obviar la vida de los que le rodean. No podemos exigir que nos escuchen y ayuden si nuestra individualidad nos hace estar callados. Tenemos que empatizar y al tiempo exigir que los demás empaticen con nosotros, pero para ello debemos aprender a expresar las cosas en voz alta. En este mundo estamos para ayudarnos, pero vamos tan concentrados en nuestros caminos que necesitamos que nos griten esa ayuda. Hay que aprender a exteriorizar las cosas y evitar así muchos malos entendidos. De nada sirve lamentarte cada noche de que nadie te escucha si uno no es capaz de hacerse oir. Pero es que esto de la empatía es chungo, señores/as, y no siempre 2 más 2 son 4. Mi despiste y locura pide perdón a mucha gente por no haber dejado trabajar a mi empatía como debiere. Pero me consuela pensar que no carezco de ella porque si no, la vida sería muy triste.